El padre de Anke es abusivo con su hermano y hermana. Pero no con ella. Porque, para él, ella es como los muebles, ni siquiera digno de la peor clase de atención. A continuación lo unico que le queda a, Anke es hacerce parte del equipo de voleibol de la escuela. A ella le encanta sentir sus músculos ardiendo después del ejercicio, un dolor que le recuerda que ella es real. Aún más, Anke ama la confianza que recibe de este deporte. Y a medida que aprende a pedir la pelota en la cancha, se encuentra con una voz que nunca supo que tenía. Por primera vez, Anke está haciendo a sí misma visto y oído, trabajando para el día en que será capaz de hablar lo suficientemente alto para rescatar a todos en casa, incluyendo a sí misma.
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